Así se titula la novela autobiográfica de
Elisabeth Gilbert en la que se basa la película del mismo nombre, interpretada
por Julia Roberts. La protagonista Liz Gilbert tiene todo lo que una mujer
actual desearía tener: un marido, una preciosa casa y una exitosa carrera; sin
embargo, se encuentra confusa y sin un ápice de pasión por su vida. Por eso,
tras varios fracasos sentimentales, decide salir de su acomodada vida para
embarcarse en un viaje alrededor del mundo.
Supongo que todo el mundo se habrá
sentido así alguna vez, pero yo he tenido esa sensación toda una vida. He
tenido unos padres que siempre han velado por mí y que me han dado todo el amor
y el cariño que un niño podría tener (incluso más), he ido a un buen colegio,
he sacado siempre buenas notas y he podido estudiar la carrera que yo he
querido. Sin embargo, como Liz, he llegado a despertarme por las mañanas con la
sensación de estar vacía, sin sentir ni pasión, ni chispa, en un país que cada
día que pasa se va más al traste y que fuera de sus fronteras es casi
exclusivamente conocido por el Sol y sus fiestas. Con esto no quiero que se interprete
que no me guste mi país, allá donde vaya nunca ocultaré ni renegaré de mis
orígenes mostoleños. Me gusta la tortilla de patatas, el jamó serrano, los
bocadillos de calamares, las tapas, ir al Rastro, comer y cenar tarde, ver las
películas en mi idioma, ver al R.Madrid, vibrar con la selección española y
pasear por las calles iluminadas y soleadas de Madrid. Pero esas pequeñas
cosas, aunque forman parte de lo que soy, no consiguen llenarme. Y no fue hasta
hace unos años cuando fui a Cambridge cuando descubrí lo que realmente me
llenaba: recorrer el mundo. Supongo que el hecho de que desde pequeña me
encantaran los idiomas ya era un indicativo de ello, pero el vivir durante un
tiempo lejos de aquí acabó de abrirme los ojos. Desde entonces, mi habitación
está llena de fotos de sitios en los que quiero estar, un libro con los 1000
sitios que ver antes de morir y suelo ver cada semana ilusionada “Madrileños
por el mundo”, mientras pienso “eso quiero verlo o hacerlo yo”.
El único problema es que tan lejos de
casa, puedes sentirte un poco solo. Hace algo más de un año, conocí a un chico
con esos mismos pensamientos, que desde entonces se ha convertido en mi inseparable
compañero de viajes.
Nunca he tenido muy claro lo que quería o
no hacer con mi vida, incluso ahora con un título bajo el brazo sigo sin tener
del todo claro cuál es mi camino. Y la única manera de conocer lo que realmente
quiero hacer con ella, es ver todo lo que la vida puede ofrecerme ahí
fuera. Si se pudiera resumir todos estos
pensamientos en tan sólo unas estrofas, esas serían las de la canción de los
suecos The Sounds, y que da título a este blog, “Home is where the hearts is” :
“There was a time I couldn't see myself growing older
But then I
went for a walk when I came back
I was so
much taller
Maybe try to
find something that I could be part of
But I
decided to leave, and then I crossed the river
I went coast
to coast, and from star to star
But that's
how you learn, who you really are.
Home is where your heart is
Find where you belong, start to take control,
show a little soul
Then you feel who you are.”
Así que bienvenidos a
todos aquellos que visiten este blog, ya sea para ver cómo nos van las cosas
allá donde el viento (o la música) nos lleve o para aquellos que deseen conocer
más cosas peculiares y no incluidas en las guías sobre todos las ciudades que
visitemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario