28 diciembre 2012

El espíritu de las Navidades alemanas


Es de sobra conocido por todos esta magnífica obra de Charles Dickens, en la que narra la historia de Ebenezer Scrooge; un personaje malhumorado y gruñón que desprecia a todo el mundo. Pero, cuando el espíritu de las Navidades pasadas, presentes y futuras lo lleva a un viaje, en el que descubre las verdades que siempre se ha negado a ver, el corazón del viejo avaro se ilumina y se da cuenta de que debe actuar para contrarrestar tantos años de egoísmo.

Si hoy existiera este Scrooge, seguro que esos tres fantasmas se le habrían aparecido en algún rincón de Alemania. El fantasma de las Navidades pasadas le enseñaría un país que alberga el origen de muchas de las costumbres navideñas actuales. El de las Navidades presente le mostraría cuan arraigadas están aún estas tradiciones. Y el de las Navidades futuras, le enseñaría que allá donde fuere, cada Navidad llevaría en su corazón el brillo y el aroma de las navidades alemanas.

 
·         El Adviento: Preparación a la Navidad.

El adviento, o literalmente “la venida del Redentor”, es el período de preparación para el nacimiento de Cristo. Los alemanes celebran el Adviento las cuatro semanas previas al día de Navidad, que queda simbolizado en las coronas y calendarios de Adviento

Las primeras consisten en una corona de pino o abeto, adornadas con piñas, bolas o lazos, sobre la que se colocan 4 velas. Cada uno de los cuatro domingos antes de Navidad, se va encendiendo una vela, hasta dicha fecha. Esta tradición surgió en el S.XIX,  gracias al teólogo alemán Johann Hinrich Wichern. Colocó sobre una rueda de madera 19 velas delgadas (por cada uno de los días que faltaban hasta Noche Buena) y 4 gordas (por cada domingo), para enseñar a los niños, los días que aún debían de esperar para la Navidad.  Con el paso del tiempo, el número de velas, evidentemente, ha disminuido y la forma de la corona se ha modificado por otros modelos más divertidos y originales.

Para hacer a los niños, y los no tan niños como nosotros, la espera más dulce, las casas y tiendas se adornan con los calendarios de Adviento.  Todos los días, desde el 1 hasta el 24 de Diciembre, se abre una de las ventanitas, detrás de la cual se oculta una imagen, una chocolatina o una sorpresa. Los motivos de estos calendarios son muy variopintos también, desde los más simples de trapo o madera, hasta los más llamativos, de Playmobil (en el que por cada día recibes una pequeña figura hasta completar las 24 de una escena navideña) o, como el nuestro, de Kinder (un árbol de Navidad, cuyas ventanitas ocultan miniaturas de todas las clases de chocolatinas de la marca).

 
·         St. Nikolaus: el origen de Papa Noel.


 El 6 de Diciembre, es un día muy especial para los niños alemanes. Los pequeños se levantan de sus camas, y corren hacia la puerta de entrada, en donde, la noche anterior, han dejado sus zapatos. Esa noche Saint Nikolaus y su criado Ruprecht pasan por las casas con su libro dorado, en el cual están registradas todas las buenas y malas acciones de los niños. Si han sido buenos, sus zapatos estarán llenos de chocolatinas y golosinas; pero si han sido malos, Ruprecht les azotará con su látigo (¿¡W T F!?).
 
En Holanda y Bélgica, San Nicolás no llega caminando, sino en barco desde… ¡España! (aunque en estas fechas, más que dulces, lo que los niños encontrarían sería una nota citando: “No hay dinero para golosinas, pero Feliz Navidad “ Firmado: Saint Nikolaus). En Estados Unidos, este santo se fue transformando poco a poco en un icono más comercial, hasta convertirse en (y supongo que ya todos lo habréis adivinado) … tatatachán… ¡Santa Claus! Su indumentaria religiosa se sustituyó por un gorrito y traje rojo, cambió sus caminatas por un trineo tirado por renos, se mudó al Polo Norte y el día se trasladó al 25 de Diciembre, para hacerlo coincidir con la Navidad cristiana.


·         Los mercadillos de Navidad: una feria para todos los sentidos.

El primer mercadillo de Navidad que se conoce data del S.XIV, desde entonces, cada año, los rincones y callejuelas de las ciudades y pueblos alemanes se embadurnan de luces, guirnaldas y un intenso y embriagador aroma a vino caliente.  Las plazas se llenan de casetas de madera, que rememoran y evocan al más puro espíritu navideño. El rumor de las risas de los niños se entremezcla con los acordes festivos de los improvisados coros y orquestas. Velas, muñecos casca-nueces o adornos para el árbol, entretienen al visitante, mientras el paladar se deshace en una degustación de dulces, Reibekuchen (una especie de pastel de patata rebozado, al que una servidora se ha hecho adicta) , salchichas, pinchos morunos y patatas fritas. La nieve cae sobre los tejados y los alemanes se refugian para tomarse una taza de chocolate caliente con nata, Glühwein o, para los más elegantes, una copa de Champagne, mientras los que no estamos acostumbrados a estos paisajes nos quedamos embobados mirando todo ese ambiente hechizante e hipnótico.


He de decir, con respecto al famoso vino caliente (lo hay blanco o tinto, con o sin licor), que si alguno va pensando en encontrarse una taza de puro Rioja se llevara una buena decepción. El Glühwein no deja de ser más que el típico vino en brick del Mercadona, caliente, que en cualquier otra circunstancia sabe a rayos. Pero el ambiente navideño, las curiosas tazas en las que lo sirven  y las bajas temperaturas hacen el resto, convirtiéndolo en la mejor bebida y estufa del mundo.



·         Especialidades navideñas: tradición artesanal y familiar

En Alemania las tradiciones y costumbres navideñas han perdurado por siglos, y el pueblo Alemán se siente bien orgulloso de ello. Pero por supuesto, en toda celebración germana, no podían faltar los dulces. Los más importantes, o al menos los que hemos tenido ocasión de degustar son:


-         - Lebkuchen (o Pfefferkuchen): originarios de Nürnberger desde 1927. Que aquí reconoceremos más como esas “galletas” enormes de jengibre (muy socorridas como souvenir). Si bien es cierto, que sus ventas se disparan sobretodo en Navidad, también se pueden encontrar durante todo el año, aunque con otros motivos (San Valentín, Carnaval, Cumpleaños…).



-      - Christstollen (o simpletemente Stollen): receta procedente de Sajonia y Dresde, del S.XVII. La costumbre es elaborar este azucarada hogaza de manera casera y al gusto (decorado con frutas, nueces o pasas), para después ofrecérselo a las visitas. Vamos como hacemos con el turrón y las peladillas en España, solo que aquí les encanta pringarse las manos de harina (lo cual a una servidora le encanta). El sabor… parecido al Panettone italiano, con toneladas de azúcar glas por encima.

 
-       - Weckmann (u hombrecitos de San Martín): es un bollo en forma de hombrecillo, decorado con una pipa y con dos pasas como ojos. La verdad, he de decir que de todos los bollos navideños que he probado, este es el que más me gusta… perfecto para mojarlo en una buena taza de chocolate caliente ;).

 

Y por supuesto, como en toda buena Navidad, no podían faltar los villancicos, eso sí aquí son menos ruidosos. Nada de panderetas, ni zambombas… y entonados perfectamente. Aquí os dejo una versión alemana del Noche de Paz; o más bien debería decir la original Stille Nacht, Heilige Nacht, puesto que fue compuesto por un sacerdote alemán allá por 1818. 




 
Así que si teneis la oportunidad de escaparos alguna vez a Alemania por estas fechas, os lo recomendamos sin ninguna duda, porque después no volvereís a ver y sentir la Navidad de la misma manera. ¡Feliz Navidad! O mejor dicho ....  

 Frohe Weihnachten und ein gutes neues Jahr!


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